Si crees que esto te va a sentar mal, deja de leer ahora. Pasa página.
Si no estás segura de que tus sentimientos permanezcan intactos, que se puedan ver alterados en contra de tu propia voluntad, para. Agarra el mouse con fuerza con las dos manos y, pese a tus ganas de seguir, presiona la crucecita para cerrarme, para no verme más, y a otra cosa. No me enfado. Sin acritud.
Porque te voy a dar un beso. Estás avisada.
Siempre es mejor sin avisar, dicen que es más bonito, más tierno. No sé. Así no reaccionas. Te aviso para que lo temas y lo desees a la vez. Te aviso para que estés preparada cuando veas en mi mirada que va a ser ahora. Quiero ver esa reacción en cadena en ti. Quiero ver cómo se te dilatan las pupilas, se te acelera el corazón y te tiemblan las manos. Quiero sentir ese aliento temeroso por la cercanía de lo inevitable.
No puedes huir. Sabes que es inútil. La futilez más grande del mundo. No puedes seguir escapando. Y yo no puedo seguir evitándolo.
Pero no temas, pequeña. Lo haré con cariño y será sincero, porque lleva esperándote mucho tiempo. Tiempo que sigue huyendo, consciente de que tarde o temprano tendrá que ceder ante la insistencia.
Y te gustará. Lo adorarás. A nadie le amarga un dulce, dicen. Pero es peligroso. A lo mejor te cambia la vida y nada vuelve a ser como antes. Te arriesgas a que sea mejor. Si quieres. Triste, lo sé, pero sincero como este beso.
Espero que estés lista.
Ahí va.
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