Vanidad. Orgullo. Prejuicio. Odio. Indiferencia. Aburrimiento al fin y al cabo; pero que esto no parezca el título de la última película de Almodóvar ni el de un libro de, pongamos, Jane Austeen.
Que no sea vanidad, orgullo, prejuicio, odio, indiferencia o aburrimiento lo que me lleve a escribirte unas líneas, con falta de estupidez y de ortografía. Total, no lo vas a leer.
Sale de detrás de mi máscara y cae sobre estas hojas marchitas donde las golondrinas ya no volverán a volar.
Desgarra el silencio esta guitarra desafinada junto a mi voz quebrada y la lágrima que te suelto, la que nunca recogerás.
Escucha este grito silencioso que te rasga las entrañas y te ablanda el corazón. Para que te enteres. Te digo que me dejes ver más allá, que me des una pista o una alegría cuando me permitas oir tu voz.
Toma mi mano, dame la tuya, coge lo que quieras. Pero hazlo rápido, no sea que despiertes y no te acuerdes de mi cara, de mi voz o de mi tacto.
El mismo con el que te sueño más de vez que de en cuando.
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