sábado, 24 de enero de 2009

La duda de la gata

Como se te ocurre preguntarme a mi qué es eso, que no se ni donde encontrarlo. Como osas acudir a mi, si no estoy seguro de dónde lo guardé. Lo sentí, en algun momento pasado; lo siento ahora, por todas partes; lo sentiré mañana, si consigo levantarme.

No preguntes cómo verlo, si las luces están apagadas y las sombras alargan su mano para no dejarte intuir lo que está por todas partes.

No te armes de estereotipos de moda que no hacen más que confundirte con descafeinados y pseudo-edulcorados mensajes subliminales allá donde mires. Allá donde mires con los ojos bien abiertos lo unico que podras encontrar es esa sonrisa bobalicona de los que dicen tener una pista de donde buscar.

No lo encontrarás bajo las piedras de tu tejado. No está ahí. Hace tiempo se te olvido limpiar la casa y quitar las piedras que no hacen más que lastrarte en el camino.

Hasta la tópica búsqueda en el interior de uno mismo es vana. El lugar, desde dentro, es más grande de lo que parece. Y fue mal diseñado porque tiene esquinas por todas partes. Y aristas que te cortan en cuanto te descuidas. Además, lo único que vas a oir cuando clames por una respuesta será el eco desgarrado de tu grito. Siento decírtelo así. Pero ya he estado ahí.

Te diría que está en el aire. Pero mentiría. Como mienten los falsos gestos de lo que te parece pero nunca es; como miente la confusión que te complica el camino, ya duro de por sí. Tal y como miente la falsa esperanza de abrir la puerta y encontrártelo allí, esperando que le invites a entrar y ocupar tu sillón favorito sin que le mires mal.

Por desgracia, no funciona así. Es posible que tengas que buscar el arca perdida sin tener ni la más remota idea de por donde empezar. Y seguro que si la encuentras se convierte en polvo al instante y se te escurre entre los dedos. Aunque eso tampoco es malo. Porque habrás visto con tus propios ojos que existe, aunque sea efímero. Y quizás te duela. Pero seguro que a pesar del dolor querrás más. Y querrás buscarlo de nuevo y, tal vez esta vez, sepas cogerlo de un modo diferente para que aguante más tiempo entre tus manos y poder prolongar lo inexplicable. Sin darte cuenta.

No es fácil. Lo sé. Búscalo. En los tiempos que corren, en algún sitio tiene que estar, abrazado a alguna que otra duda que no le deja avanzar en su camino hacia tu puerta. Pero igual suena el timbre y ahí está, quien sabe.

Acuérdate. No es lo que queremos sentir. Es lo que sentimos sin querer.

1 comentario:

  1. Contestaría con mil palabras lo agradecida que estoy de tu intento para darme una respuesta, pero no tengo el don de la palabra XD, lo sabes!
    Así que voy a esperar a agradecertelo cuando haya sido capaz de reconocer que lo he encontrado, y me dedicaré a intentar expresar como es...para que nuevamente puedas volver a dedicarme un texto como este, solo que esta vez totalmente distinto: con mis palabras y la respuesta.

    La gata.

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