domingo, 28 de junio de 2009

Lost in....

No hace falta un diccionario de traducción Realidad-Virtualidad para descifrar los ignotos significados de la vida y de como uno puede estar perdido. En ti, in translation, en el monte o en el paraiso, lugar al que, aparentemente, no puedes acceder sin un buen par de razones. Curiosamente, razones es lo que siempre sobra para comprar un vale para un día completo en ese maravilloso (?) lugar del que todo el mundo habla aunque nadie ha estado.

El paraiso debe tener tantas descripciones como habitantes de este a veces triste lugar al que llamamos mundo. Todos queremos estar perdidos en él, y es por eso que creamos un idílico remanso de felicidad idealizada para luego darnos un tortazo de realidad y así poder renovar el estancado contenido del lacrimal. Cada uno se apaña con su desdichada alma en pena para encontrar un único motivo para humedecerse los ojos desde dentro y luego poder, disimuladamente, pasar la mano alrededor, como si nada hubiese ocurrido, sin darte cuenta de que siempre que estás así, se te enrojece la nariz. La paradoja es que sólo derramas agua salada delante de quien tu quieres que la recoja, y esto es un hecho contrastado y debería ser asignatura obligatoria en todos los institutos para que, llegado el momento, sepas qué hacer. Para muchos es un momento violento en el que la primera reacción es meterse las manos en los bolsillos del pantalón y mirar hacia otro lado. Si ocurre eso, date una colleja; te has equivocado de limpia-lágrimas. En cambio, si la situación se soluciona con un abrazo, una sonrisa o una simple caricia, date un beso, porque habrás acertado. Es difícil encontrarlo, lo se, pero puedes seguir rascando, hay miles de premios.

Pero no quiero frivolizar. Si se te ha caido una lágrima es por algo, y yo estoy aquí dejándome llevar por la emoción de quien ha descubierto que Dios no existe. Toma mi abrazo, mi sonrisa o mi simple caricia. Todo para ti. Todo mi cariño, para que lo cojas cuando quieras o cuando te haga falta para secarte los ojos y humedecerte el corazón con mi triste alegría.

No te sepa mal dejar caer tus lágrimas en mis manos. A mi no me importa; aguantaré, si eso te sirve para acabar el día sonriendo. Y sin estar perdida.

Prometido.

Y esta promesa no es de las que no valen nada.

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