Todo sigue igual, como si nada; y una legión de promesas incumplidas te acompañan en el camino para recordarte que se han devaluado con el peso del día a día que, aunque parezca diferente, te lleva siempre al mismo lugar: a ninguna parte. Es como andar en círculos por un desierto sin ningún punto de referencia al que seguir para no perderte. Como una de esas pesadillas de la que te es imposible escapar. Como una tragedia griega.
Puede que estés en un estado de ánimo optimista por haber encontrado tu historia, pero sabes que acabarás luchando contra ella cuando no te satisfaga; o para convencerte de que no te va a satisfacer. Así puedes empezar a boicotearte, aún a riesgo de perder por KO en el primer asalto tras un par de hostias bien dadas.
Si te sirven para quitarte las gafas de sol y ver la realidad con su gris natural, bienvenidas sean.
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