sábado, 6 de junio de 2009

Factores

De conversión. De producción. Ambientales, climáticos, bióticos, abióticos, sociales o físicos. O de riesgo. Incluso los pequeños factores que dibujan la delgada linea que separa la excusa del pretexto y de la explicación razonable. Factores que te llevan una noche cualquiera a algo inesperado e improvisado, pero que te hace sonreir un rato, como hacía mucho tiempo que no hacías. Esa pequeña diferencia estructural de tu jodido esquema matutino de levantarte y no saber hacia donde mirar, para parecer un poco menos estúpido que ayer al meterte en la cama, es lo que, finalmente, te hace sonreir. Tanto tiempo buscando esa sonrisa sincera y al final te das cuenta que estaba escondida en la guantera del coche, junto a discos piratas, la funda rota de la radio y un montón de papeles que siempre prometes ordenar pero para los que nunca tienes un minuto. Tampoco los usas, así que no vale la pena perder el tiempo.

Esta noche pensaba en el silencio que llena los espacios que dejan las melodías que, rato a rato, van llenando la existencia de unos y otros. En ese tono que consigue hacer de algunos momentos un eterno inolvidable. Y en la minúscula grandeza de poder disfrutarlo. En la alegría de ese lapso en que te olvidas de todo y empiezas una catarsis de la que no quieres escapar. Por mucho que te lleve a pensar en todo lo que no debas recordar ahora. Escucha. Cierra los ojos y lo verás más claro. Ya sabes que se dice por ahí que la visión está sobrevalorada. Y ahora dime, qué ves?

Mientras sigues buscando un poco de sentido a la vida, tómate un descanso y piénsate en un lugar sincero, donde nadie te moleste y te puedas contemplar de pies a cabeza. Si ves algo nuevo, felicítate. Si no, pues no.

Pero no desesperes, igual está escondido y te cuesta encontrarlo bajo tantas capas de autocompasión recrudecida y caduca.

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