miércoles, 30 de diciembre de 2009

Los abrazos toscos

Te parecerá una locura. Rechazar un abrazo, una caricia, un beso. Suena desquiciado, verdad? A veces hay algunos roces con efecto bumerán, de esos que cuando regresan, después de haberlos deseado tanto, mandas de una patada al piso de al lado . Es absurdo, sí, y estúpido, muy estúpido.

Pero ese cariño compasivo no sirve de nada cuando tu mala cara muestra unos titulares que cuentan que algo no marcha. Ni bien ni mal, simplemente, nada. Es un acopio de aparentes buenas intenciones que pretenden lanzarte mensajes subliminales haciéndote creer una vez más en esa mano amiga que dice estar ahí siempre y que desaparece como por arte de magia en un segundo. Te das la vuelta y ya no está. Que creías, iluso?

A veces incluso te permites la licencia de permitir que todo se tiña de hipocresía, dejando que se escurra entre tus ropas esa leve mirada de caridad, por mucho que no vaya a ayudar. Ni a sentarte bien. Las mentiras se agolpan bajo el abrigo de tu paciencia y aceptas con resquemor esa otra mentira, escupiendo una sonrisa que no por amplia es menos falsa. Puedes incluso romperte las manos contra el espejo, blasfemando contra esa imagen que no es la tuya, clamando a los infiernos para que te sea devuelta, implorando a la Luna que te acune un rato, lejos de todo engaño mundano.

Y a pesar de todo, no puedes dejar de caminar hacia el infinito, consintiendo que pasen los días lluviosos escondido bajo un paraguas que no acierta a protegerte de la lluvia que cae incesante sobre tus hombros, bajando la mirada con aire condescendiente. Todo por no decir que sí a ese juego que te trae la vida de vez en cuando, poniéndote a prueba una vez más, y otra, y otra más. Un juego al que ya no quieres jugar de nuevo, no con las mismas reglas. Suficiente. Tal vez sea que ya te has cansado de recorrer descalzo caminos llenos de piedras. O de tener que pedir hora para una cura de emergencia. Eso si tienes suerte y no te aparece un contestador, reiterando la sempiterna falta de disponibilidad.

Así que mejor empiezo de nuevo. Comienzo por no querer más la tosquedad de ese falso abrazo. No por uno compasivo. No por uno que sólo llegue porque parezco ausente. Esos se han acabado, porque no puedo recogerlos más. Por mi parte, han prescrito. Mírame a la cara antes de soltarlo. Quizás lo veas tan claro como yo.

Hablaba de juegos, verdad?

Jaque mate.

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