domingo, 28 de noviembre de 2010

Empieza por A

Cuatro letras. Una pista: empieza por A. Valor real del premio: la humanidad lo desconoce. Piensa rápido, hay muchas llamadas al 902 y pueden quitártelo. A riesgo que desaparezca para siempre.

Para pensar estoy yo. Dos noches consecutivas fundido en algo que no esperaba, dos amaneceres bañado en perfumes conocidos que no desaparecen de la memoria ni a golpes. Pero bien. El único desconcertado, sin duda, es el diablo. Yo no. Paso de explicaciones. Como ya he dicho varias veces en las últimas horas, me importa un huevo. O dos.

No te equivoques. No soy un pasota. Pero cuando no hay explicaciones posibles, lo único que queda es tocarle el culo a la vida y seguir caminando, como quien no quiere la cosa. Otra pista: no se piensa, se vive. De hecho, si lo piensas, estás muerto. Que suspense, nadie acierta.

Tienes algún tipo de sentimientos? Claro, que pregunta más estúpida. Somos sentimientos. Es lo único que tenemos que es verdaderamente nuestro, de cada uno. Todos diferentes, eso si. Pueden ser dulces o agrios, fríos, cálidos o extremadamente húmedos. Otra vez así? Pues mira, si. Más pistas? Si alguno de los egocéntricos mentirosos que anhelan el poder prometiera garantizarlo, su mayoría absoluta también estaría garantizada. Aún no? Joder.

Hola, qué tal. Besazo. Abrazo. Besazo. Y así sucesivamente. Suspiros. Respingos. Ansiedad. Al sofá. Se va a quemar la cena. Apagamos el horno y encendemos la hoguera. Sexo salvaje. Más besazos, más abrazos. Algún joder que otro. Algún que fuerte que otro. Más abrazos? Ahora, menos salvaje. Seguimos para bingo. Soplas. Quieres decir algo? No. Tarde, ya lo has dicho sin abrir la boca. Si, has metido la pata, pero no te lo tendré en cuenta. Es hora de levantarse. Pero mejor nos quedamos un rato más, fuera de las sábanas hace frío. Y hay que ser solidarios. Ya lo soy, estoy contribuyendo al calentamiento global. Ven. No, no te suelto, pero tu a mi tampoco. No dices que estás a gusto? Pues el resto, a tomar viento. A quien cojones le importa? Luego hablamos. Bueno. O ya....., cuando.....emmm.... Que sí, que luego hablamos. No pasa nada. Pero seguro que hablamos. Llevamos tiempo haciéndolo, no es nada raro. Yo llevo hablando desde los dos años, y diciendo burradas bordes desde los tres. Que no te sorprenda si te encuentras alguna en el espejo al mirarte los ojos.

Se acaba el tiempo. Tu parada. Últimas llamadas. Nadie? Hay que ver. Espera, tengo un mensaje. Como la lías. Pues si, que quieres que te diga. Forma parte de mi encanto. Por donde iba? Ah, sí. Tu parada. De ti depende. A mi, me da igual. O no te has dado cuenta todavía. Siento ser tan sumamente cabrón, pero es que ya te lo había advertido. Y sigues dándome la razón cada vez que abres la boca. No te sientas mal por eso. Más pistas, venga. Ya lo dije el otro día en las redes. Ni se crea ni se destruye, sólo se transforma.

Venga. Que es muy fácil. O muy complicado. Nos desafía, nos quema, nos destruye para luego reírse de lo tontos que somos y resucitarnos de un guantazo sin decirnos si existen razones suficientes para volver a la vida. Nos lleva arriba y abajo, nos dibuja las sonrisas y las borra de un plumazo, metiéndonos miedo en el cuerpo. Luego lo arranca con un brote de pasión descontrolada, con un virus clavado en el centro del pecho para el que no hay vacuna alguna. Nos hace pensar una cosa, decir otra y acabar haciendo ninguna de las dos. Nos despista, nos atrae con sucias tretas, se camufla entre las caras de la gente, empujándonos a dudar de lo que percibimos. Nos acoge y nos desahucia al mismo tiempo. Nos destroza. Y con toda su ironía, nos ayuda a levantarnos.

Pero que idiota eres. Idiota.

Amor.

Se llama Amor.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Corazones de cristal

Sabes, llevo semanas tratando de entender de qué narices va toda esta puta movida. Y ya me doy por vencido. No porque me guste abandonar, sino porque he llegado a la lamentable conclusión que no hay explicación alguna para nada de esto. Ni siquiera te he pedido que me explicaras los porqués de una manera directa, simplemente te he dejado hacer, y apenas me has defraudado. Felicidades por eso. Hubiera preferido una conversación, por corta que fuera, pero con los mensajes me conformo. Y con la ausencia de ellos también. Si, lo sé, no he podido evitar ser yo quien mandara un mensaje de despedida, y tampoco he podido no sentirme culpable con tu escueta respuesta, pero se me ha pasado rápido.

Supongo que en ese corto lapso de tiempo en el que has conseguido -otra vez- darme una estocada, he caído en la cuenta de uno de mis comentarios del día, que seguro has leído, y que seguro has entendido como un ataque de lo más ofensivo hacia tu persona. En primer lugar, permíteme que te informe que me importa tres cojones lo que puedas pensar ahora mismo. A pesar de esto, creo que mi último e innecesario mensaje te habrá aclarado que la ofensa no iba contigo, sino contra alguien cuya hijoputez roza los límites de la comprensión humana. No se qué es lo que hago tan soberanamente mal para tropezarme siempre con alguien dentro del top-ten de los más gilipollas.

En segundo lugar, tu inconmensurable actuación en la escena conmigo -básicamente, las dos conversaciones sentados en tu sofá y derechos en tu recibidor- fue por tu parte digna de un premio a la mímica. ¿Te escribió la replica a mis declaraciones y preguntas el mismo guionista de Pocoyó? Seguro que si, que no te avergüence decirlo. Ahora bien, y con esto espero que entiendas los dos mensajes que te he mandado, quiero que sepas que para mi es importante decir lo que pienso y lo que siento, y que no podía dejar pasar la oportunidad de hacerte saber algunas de las cosas que han pasado por mi cabeza. Yo ya no las quiero, las dije para ti, para que las guardes bien dentro de tu cabeza y recurras a ellas cuando te des cuenta de lo imbécil que has sido. Tampoco pienses que es muy valiente por mi parte decir esto en un blog por donde nunca -o sólo una vez?- te has dignado a pasear, sabiendo que no leerás esto. Pero esto tampoco me importa, porque de un modo u otro, toda esta insufrible parrafada, ya te la había soltado. Para que lo entiendas, cuando le dije a mi buen y gran amigo Miguel que había empezado a publicar mis cosas en internet, él me dijo que estaba muy bien, pero que nunca jamás se me olvidara escribir para mi y sólo para mi, por mucho que pudiera dedicar alguno de mis escritos a alguien, real o imaginario. Pero sobretodo que escribiera para mi. Y eso es lo que hago. Dejar por escrito lo que pienso. Seguramente para recordarlo cuando indudablemente vuelva a tropezar con la misma maldita piedra. Es el sino del ser humano.

Por último, algo que también debes saber, o debo dejar por escrito, es la pasmosa falta de madurez que me has demostrado últimamente. Tengo la suerte de contar con varias Personas (no me he equivocado, lo he puesto en mayúscula conscientemente) que, sin saberlo, me han hecho reflexionar sobre todo esto y lo de más allá. Me han hecho enmudecer en más de una ocasión. Por lo visto, me escuchan cuando les hablo!! Y además, almacenan toda esa información que a veces les vomito en forma de monólogo cuando necesito que se concentren en algo realmente importante y sean capaces de vencerse a sí mismas. Y lo han utilizado en mi contra....para que yo me concentre en lo importante y pueda vencerme a mi mismo. Cojonudo, verdad? Y no sólo esto. Ellas, y muchas otras en estos días grises, me han recordado algo insistentemente: me han dicho que me quieren. Y parece que lo dicen muy seriamente, no como tu. Lo siento. Pero ahora ya no creo ninguna de tus palabras, y mucho menos, esa. Pero desde sus corazones de cristal, ellas, estas personas de las que te hablo, lo han conseguido. Han disipado la borrasca que amenazaba con descargar sobre mi vida, soplando un te quiero, ofreciendo un paseo, una charla, una cerveza, o una simple llamada. Por eso, les mando un enorme GRACIAS desde aquí, y a ti, sólo un triste y minúsculo adiós.

Una curiosidad -una de esas que me dan la razón, supongo que ya me entiendes. Hace un par de días leí en un periódico que la tecnología está haciendo, cada vez más, que nos acostumbremos a ver la vida a través de una pantalla y que ya no nos guste tanto ver la realidad en persona. Pues bien, presta atención.

Cuando veas en una pantalla una de esas películas donde el amor es bonito, donde las personas se enamoran, se quieren, se respetan y, sobretodo, se sienten tan afortunadas por lo que tienen, trata de ser consciente que, para ti, será únicamente una pantalla, sólo una película que acabará en noventa minutos. Seguramente, lamentarás haber rechazado el papel de protagonista. Aunque esto, también ha dejado de importarme.

Yo me quedo con mi papel. Y no quiero un Oscar por él.

Sólo quiero a mi actriz protagonista.

Ya vendrá, tarde o temprano.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Al Sur

Tápate un poco, no? Deja de enseñarme las bragas, o el tipo que te tiene amarrada la cintura va a pensar mal de ti y de mi. Deja de mirarme con ese exceso de lascivia. Y no vuelvas a pasar por delante de mi enseñándome el ombligo. Ya se que estás encantada de conocerte. Yo también.

Se va a poner celoso de tu mirada medio bar. Yo ya lo estoy. Pero de la mano que rebusca entre tus piernas. Como te suba más la falda, te veo el corazón.

Perdón por la pregunta. Porqué huevos no cruzas el río de mesas gobernadas por botellas vacías y te vienes aquí conmigo? Como ves, tengo sitio de sobra y, total, caricia por caricia, ya te las doy yo. Y la mano bajo tu falda - de verdad es una falda? - también te la puedo meter yo. Tengo dos, con cinco dedos cada una, y están deseando conocerte.

Se te acaba el tiempo. Están a punto de cerrar y tu de abrirte. No te lo pienses más. Yo me voy a quedar un rato más. El sofá es cómodo y las copas pesan demasiado como para que el camarero con cara de terrorista libanés tenga narices de echarme. Tranquila, hay confianza. Le digo que nos sirva algo. Pero despídete del clon del príncipe de Cenicienta antes. Dile que ha sido un placer, y que ya te llamará. Le habrás dado el número falso, verdad?

No me mires más. Al menos, no mientras te operan las amígdalas. Déjame. O decídete. Pero no me marees más. Los excesos están haciendo efecto y no respondo de mi mismo.

Tarde. Canción de cierre. Vete con tu premio de consolación.

Yo voy a buscar a otra tú.