Para pensar estoy yo. Dos noches consecutivas fundido en algo que no esperaba, dos amaneceres bañado en perfumes conocidos que no desaparecen de la memoria ni a golpes. Pero bien. El único desconcertado, sin duda, es el diablo. Yo no. Paso de explicaciones. Como ya he dicho varias veces en las últimas horas, me importa un huevo. O dos.
No te equivoques. No soy un pasota. Pero cuando no hay explicaciones posibles, lo único que queda es tocarle el culo a la vida y seguir caminando, como quien no quiere la cosa. Otra pista: no se piensa, se vive. De hecho, si lo piensas, estás muerto. Que suspense, nadie acierta.
Tienes algún tipo de sentimientos? Claro, que pregunta más estúpida. Somos sentimientos. Es lo único que tenemos que es verdaderamente nuestro, de cada uno. Todos diferentes, eso si. Pueden ser dulces o agrios, fríos, cálidos o extremadamente húmedos. Otra vez así? Pues mira, si. Más pistas? Si alguno de los egocéntricos mentirosos que anhelan el poder prometiera garantizarlo, su mayoría absoluta también estaría garantizada. Aún no? Joder.
Hola, qué tal. Besazo. Abrazo. Besazo. Y así sucesivamente. Suspiros. Respingos. Ansiedad. Al sofá. Se va a quemar la cena. Apagamos el horno y encendemos la hoguera. Sexo salvaje. Más besazos, más abrazos. Algún joder que otro. Algún que fuerte que otro. Más abrazos? Ahora, menos salvaje. Seguimos para bingo. Soplas. Quieres decir algo? No. Tarde, ya lo has dicho sin abrir la boca. Si, has metido la pata, pero no te lo tendré en cuenta. Es hora de levantarse. Pero mejor nos quedamos un rato más, fuera de las sábanas hace frío. Y hay que ser solidarios. Ya lo soy, estoy contribuyendo al calentamiento global. Ven. No, no te suelto, pero tu a mi tampoco. No dices que estás a gusto? Pues el resto, a tomar viento. A quien cojones le importa? Luego hablamos. Bueno. O ya....., cuando.....emmm.... Que sí, que luego hablamos. No pasa nada. Pero seguro que hablamos. Llevamos tiempo haciéndolo, no es nada raro. Yo llevo hablando desde los dos años, y diciendo burradas bordes desde los tres. Que no te sorprenda si te encuentras alguna en el espejo al mirarte los ojos.
Se acaba el tiempo. Tu parada. Últimas llamadas. Nadie? Hay que ver. Espera, tengo un mensaje. Como la lías. Pues si, que quieres que te diga. Forma parte de mi encanto. Por donde iba? Ah, sí. Tu parada. De ti depende. A mi, me da igual. O no te has dado cuenta todavía. Siento ser tan sumamente cabrón, pero es que ya te lo había advertido. Y sigues dándome la razón cada vez que abres la boca. No te sientas mal por eso. Más pistas, venga. Ya lo dije el otro día en las redes. Ni se crea ni se destruye, sólo se transforma.
Venga. Que es muy fácil. O muy complicado. Nos desafía, nos quema, nos destruye para luego reírse de lo tontos que somos y resucitarnos de un guantazo sin decirnos si existen razones suficientes para volver a la vida. Nos lleva arriba y abajo, nos dibuja las sonrisas y las borra de un plumazo, metiéndonos miedo en el cuerpo. Luego lo arranca con un brote de pasión descontrolada, con un virus clavado en el centro del pecho para el que no hay vacuna alguna. Nos hace pensar una cosa, decir otra y acabar haciendo ninguna de las dos. Nos despista, nos atrae con sucias tretas, se camufla entre las caras de la gente, empujándonos a dudar de lo que percibimos. Nos acoge y nos desahucia al mismo tiempo. Nos destroza. Y con toda su ironía, nos ayuda a levantarnos.
Pero que idiota eres. Idiota.
Amor.
Se llama Amor.