Luego está el tema de las preguntas sin respuesta. Me mandaron un correo no hace mucho, uno de esos de cadena que, normalmente, lanzo directamente a la papelera de reciclaje, aunque ésta vez empecé a leerlo, hasta que tropecé con una pregunta - qué tenemos que dar para recibir un abrazo? - y ahí, dejé de leer. Anoté la frase en mi pizarra, y esperé para darle respuesta. Antes de poder hacerlo, un amigo disparó otra; cuántos Dioses necesitan los problemas del mundo? Tampoco hay respuesta. No, por ahora. Y más tarde, otro músico escribió toda una canción con preguntas para las que no tiene respuesta y para las que yo no tengo paciencia para transcribir. Son demasiadas y no quiero pensar en ellas. Yo tengo la peor de todas. La de siempre. Esa a la que ya empiezo a adorar como a un ídolo, que aparece y se va para poder volver cuando menos la esperas para atacarte de nuevo y seguir hiriéndote de una forma inhumana hasta que ya no te quedan fuerzas para seguir en pie. Porqué?
Hay una serie de problemas matemáticos irresolutos conocidos como los Siete problemas del milenio, para los que hay un premio de un millón de dólares para el que sea capaz de resolver uno sólo. Si insisto un poco, tal vez las preguntas que vayan apareciendo podrán formar una nueva lista de incógnitas, con un gran premio para quien pueda dar aunque sea una única respuesta. Ya que las horas se reducen cada vez mas, dudo que tenga tiempo ni siquiera para empezar la puta lista. Cada minuto que pasa, me aleja más de las posibles respuestas. Y yo, que siempre he alardeado de ser paciente, empiezo a estar algo más que desquiciado. Hay un agujero negro absorbiéndolo todo, y temo que acabe por tragarme a mi también. En breve. Después de la publicidad. Y después, una despedida a lo grande. La que me dio por escribir hace algo más de un par de semanas y que, celosamente, dejé sobre el papel, esperando el momento oportuno de convertirlo en una reflexión cibernética. No se si llegará pronto, o se hará de rogar, pero se que el momento llegará, y que lo que dejé escrito terminará por ver la luz. Entretanto, seguiré aplazándolo, y seguiré saliendo de la cama a las tres de la mañana para encender el ordenador y soltar lo que me de la gana, sin ningún tipo de rencor hacia mi mismo. Bueno, tal vez un poco. Mi cabeza no me deja vivir, pero tengo que convivir con ella, a menos que se ponga de moda alguna operación de trasplante cerebral que me pueda convertir en algo diferente. Con no pensar demasiado, me conformaría.
El mejor ejemplo. Acabo de recordar una vieja canción de unos amigos. Ponen precio a todo/dicen que el día está cerca/en el que podrás comprar el amor/ a precio de manzanas y flores. Hay que decir que en su lengua original, la rima sonaba mejor. No se qué me ha hecho recordarla, hacía ya tiempo que no la escuchaba, pero ahora sigue dando vueltas e imagino que se quedará un tiempo, como tantas otras.
Y el día que se pueda comprar el amor a ese precio, no se, igual invierto en árboles frutales.
Posen preu a tot
diuen que el dia és a prop,
el dia que podràs comprar l'amor
a preu de pomes y de flors.
Mentre estan esperant
l'inevitable final
viure en bombolles de cristall
ningú s'atrevirà a trencar.
Gossos - Pinta un somriure
"Alguno, incluso estará orgulloso de poder jactarse de mis copas, mis cilindros cancerosos adulterados y, por qué no, del porno."
ResponderEliminarNice to know the position i've been given in it all.
Kisses.