Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, se hace camino al andar. Y al andar vas pasando por miles de lugares que luego vale la pena recordar, y por otros tantos en los que puedes ver con total claridad que tienen fecha de caducidad. Y conoces a sus a veces raros habitantes y te sorprende hallar en ellos tantas similitudes con tu misma mirada. Como llamas a esto, preguntas; Ser imbécil, parece ser la respuesta. Luego te sientes aliviado por haber sido capaz de encontrar tal lugar, y ves que ha valido la pena conducir hasta tan lejos. O no.
Igual es solo que sintiéndote tan imbécil como el otro descubres un alivio tan relajante como incómodo al darte cuenta de que todo lo que te rodea tiene fecha de caducidad. Entonces llega ese mal momento en que se te retuercen las tripas mientras tus pensamientos dan vueltas y vueltas sin encontrar un atisbo de respuesta coherente. O una duda razonable, almenos. Al final caes en la tópica pregunta: Porqué. Sí, que porqué. De todas las preguntas que te puedes llegar a hacer, te haces la única que pregunta que, en la mayoría de los casos, es imposible responder. Tal vez no sea imposible, pero no existen precedentes, así que te quedas sin tu respuesta.
Puedes tratar de entender todas las opciones de respuesta que quieras, pero la verdad es que no está aquí. Está en otro lugar, donde otros lugareños la acompañan. Y te despierta la curiosidad de como será. Puedes seguir el camino, tratando de llegar hasta allí, pero sin la seguridad de que no habrá partido hacia más adelante y no tendrás que volver a rastrear su pista. Te quedas parado en mitad del camino preguntándote si seguir o considerar si ha llegado ya a su caducidad límite. Y entonces te vuelves a acordar del imbécil de antes, aquel que es tu vivo retrato. Que haría él. Como si necesitaras más preguntas. Una sola respuesta. La respuesta. La única que te puede ayudar. Pasar o andar. Ambas, quizás, son válidas, pero a veces no se puede pasar sin andar, y tu no quieres andar sin pasar. Anda, pero también pasa. Seguramente es lo más coherente que puedes hacer, aunque mires y no haya nadie. Hasta que encuentres algo. Hasta que caduques.
Todo caduca. Todos caducamos.
Sabes ya tu fecha?
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