Sigue lloviendo. Buen recurso para acercarnos. Lo mismo que la música, demasiado alta. Si te despistas, te muerdo. Si me despisto, me muerdes. Se admiten apuestas.
Pasan las horas. Despacio. Creo que me he despistado. Los dos ganamos la apuesta. Por activa y por pasiva. Otro despiste, más largo. Otro más. Y otro. Ideas, música, palabras, besos, respiración agitada y luego, silencio. Sólo el tic-tac de un reloj de pared y el resplandor de un televisor enmudecido. Mi mano, en tu espalda. Tu caricia, en mi pelo. Susurros ininteligibles entremezclados con suspiros alados, revoloteando a sus anchas por tu habitación. La banda sonora, entre el Imagine y el Run run. El decorado, desde Tavertet a Egipto, pasando por Brasil, con escala en tus labios. Por no hablar del fin de semana en tu melena, o agazapado en tu cuello.
Y la declaración de intenciones de Paul.
No more lonely nights.
No hay comentarios:
Publicar un comentario