viernes, 12 de febrero de 2010

(A)

Felicidades. Es la primera vez en muchos meses que te atreves a lanzar una pregunta directa y explícita. Sin tapujos. Te has pasado demasiado tiempo escupiendo indirectas, deslizándote por ese juego que tan bien conoces y que tan bien te ha estado funcionando hasta ahora. Has llegado a varios callejones sin salida, viniendo de diferentes frentes de guerra que han minado tu confianza pero que, a la vez, han templado tus nervios, convirtiéndote en una estatua de hielo capaz de no mostrar signo alguno de debilidad. Eso, según tú. Quien te observe, puede ver tu fachada y desmontarla ladrillo a ladrillo. Aunque lo curioso del tema es que un mal paso hace que la fachada se rehaga y haya que volver a empezar. Pero eso es divertido.

Volviendo a tu pregunta. De verdad te importa tanto? Te he dicho muchas veces que no hace falta saberlo, que tu eres tu única juez y parte, que tu decides. Al fin y al cabo, acabas durmiendo contigo misma cada noche, y levantándote cada mañana con la misma persona. Bueno, con la misma quizás no; un poco diferente. O me equivoco?

No se que contestarte. Eres una mezcla de dos universos paralelos y te encuentras prisionera en mitad de un gran agujero negro que conforma tu existencia mientras te esfuerzas en potenciar los extremos que te hacen perder tu quintaesencia. Y tan entrometida estás en ese esfuerzo que dejas para dentro de un rato el disfrute de ese momento en el que realmente eres tú misma. Y eso, pequeña, no te lo puedes perder, porque no lo podrás recuperar. Y si puedes, te costará horrores, y tampoco te sabrá igual. Te digo siempre que cada paso tiene su momento, y que, a su vez, tiene un sucesor y un predecesor. Tu estás viviendo tres pasos más allá. Algún traspiés debiste dar para caer en ese descuido. Eso lo sabes sólo tú. Y como nunca eres clara, es difícil que venga alguien a darte una respuesta a tu pregunta. No deberías tener que hacer esas preguntas, aún no.

John Lennon decía que la vida es eso que pasa mientras te dedicas a hacer otras cosas, y tu estás muy dedicada a esas otras cosas. Lo reconozco, yo también. Y el otro, y el de más allá. Como dejar de hacerlo es cosa de cada uno, pero todos nos encontramos en un momento u otro en situaciones como esta y no sabemos como solucionarlas. Pero tenemos que aprender a hacerlo, o la vida se acaba y tienes que empezar de cero. Teniendo en cuenta que tú aún estás empezando de cero, lo mejor que te puedo decir es que dejes de pensar en toda esa tormenta que te sacude la cabeza día tras día y utilices tus energías en algo que te haga sonreír antes de acostarte y nada más levantarte.

El resto, no vale la pena.

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