Ya nada parece igual. Seguramente porque de tanto observarlo ensimismado, no he podido darme cuenta de cómo todo cambiaba a mi alrededor. Qué estúpido. Todo ha pasado a monocromo, como esas viejas fotografías que te recuerdan que, tiempo atrás, también hubo una historia. Y que también se acabó. Pero como siempre, la oscuridad que llevas a cuestas se conjura para no dejarte ver que la historia continuaba. Con otra, diferente. Distintos personajes, distintos roles, distintos decorados. Quizás la secuela no sea mejor que la original, pero seguro que será diferente. Esto viene garantizado de fábrica en todos los modelos.
Inconscientemente, nos convertimos en parte de una maquinaria mal engrasada y nos dedicamos a mecanizar toda nuestra vida de tal manera que, cuando queremos darnos cuenta, la maquina ha quedado obsoleta y ha sido sustituida por otra, más moderna, más potente, y más compleja. Y no sabes usarla. Te quedas colgado, sólo, abrumado por la velocidad de todo lo que te rodea sin ser capaz de dar el más mínimo paso. Ahí está tu capacidad de reacción. Todo lo que puedas hacer a partir de ese punto radica en lo rápido que seas en re-calcular la ruta a seguir.
No digo que haya que tomar decisiones precipitadas, sino que hay que tomarlas. Y una vez esbozada la linea, seguirla, y tener previstos todos los imprevistos. Para sorpresas estúpidas ya está la tele.
Puede que en algún momento dudes y tiembles de miedo. Decía Paulo que el miedo existe hasta que lo inevitable sucede y que, a partir de ese momento, no debemos malgastar nuestros esfuerzos en él. Esta es una de esas frases que, por algún extraño motivo, uno guarda cerca para cuando tenga que recordarla. Ese momento ha llegado. Por lo menos para mi. Y la decisión es clara y está tomada. Tengo que morir.
Es la única manera de seguir hacia adelante. No hay otra alternativa. Hay quien se tomará esto al pie de la letra. Seamos pragmáticos. Los griegos lo tenía más claro que nosotros, con sus mitos sobre un pájaro que cada quinientos años se reducía a cenizas para reinventarse. A eso mismo me refiero. A la opción de seguir buscando sinónimos para imbécil, o a morir, para poder volver a nacer. Ni mejor ni peor. Solamente diferente. Dice la sabiduría popular que los cambios son buenos. Aquel que no sea capaz de ver el reflejo de las cosas que le pasan, seguro que discrepa con esto de los cambios. Para mi, está muy claro.
No puedo seguir parcheando la existencia del último monstruo insomne. Debo matarlo. Destruirlo por completo.
Para volver a crearlo.
Para volver a nacer.
So be it.